jueves, 28 de mayo de 2009

4to encuentro . 28 mayo 2009



PLANIFICACIÓN:
- ronda inicial (se informa apertura y dirección del blog: objetivos)
- regalos. colectivos
- saludo, tres formas: mirada, mano, abrazo. se agrega STOP
- orquestas
- lo que más me impactó? Hechos, situaciones son relatados en un primer momento, a partir de la premisa: lo que más me impresionó. Posteriormente (en cada subgrupo) cada persona toma una historia de otra, al finalizar su lectura se intercambia y comparte.
- el subgrupo elije una historia, un hecho. En una tercera etapa, se propone la elección de una historia, de un hecho para ser trabajado en cada grupo.

- se trabaja con estética del oprimido
- presentación
- ronda intercambio
- regalo masajes, mimos

Presentación de las creaciones
(texto, música, cuerpo, movimiento, plástica):

Imágenes de la presentación de las creaciones, a partir de la historia elegida colectivamente en cada subgrupo.

jueves, 14 de mayo de 2009

3er encuentro . 14 de mayo 2009

- Ronda inicial
- Cabaña
- Caminada en 8
- reconocer el mov con sonido
- juego confianza. grupo
- Teatro imagen. situación en imagen, parejas
- compartir en ronda gral

(traer 5 objetos desechables)

jueves, 7 de mayo de 2009

1er encuentro . 7 de mayo 2009



- Ronda inicial
- juegos presentación
- paro sigo salto y ...
- Nombres y ritmos
- Hipnotismo Colombiano
- Floresta de los Sonidos
- Me gusta y no me gusta
- Completar la imagen
- Ceación tres imágenes grupales, a partir de la idea Grupo: es y deseo
- Árbol Teatro del Oprimido

miércoles, 6 de mayo de 2009

OBITUARIO: 'IN MEMÓRIAM' Augusto Boal, defensor del teatro participativo

por ARIEL DORFMAN

La primera palabra que me saltó a la mente cuando conocí a Augusto Boal es que él era... elástico. Flexible, dúctil, fluido, abierto al mundo; pero a la vez con algo casi infinitamente resistente, no de esos elásticos que cuando se estiran se rompen.

Nuestro encuentro inicial fue en La Habana en 1973 cuando fuimos co-jurados para el Concurso de la Casa de las Américas y ya era una leyenda su Teatro del Oprimido. Aproveché su sabiduría en esa ocasión de una manera más bien pragmática. En Chile, estaba ya en marcha la contra-revolución que ese mismo septiembre derrocaría a Salvador Allende y mis conversaciones con Augusto volvían una y otra vez al papel que podía jugar el teatro en una coyuntura tan crítica. Fue su espíritu creador travieso, su convicción de que los espectadores eran de veras coautores, su optimismo inagotable, que me llevé de vuelta a Santiago. Meses más tarde, trabajando ya en La Moneda como asesor cultural de Fernando Flores, secretario general del Gobierno de Allende, aproveché sus enseñanzas para planificar unas acciones teatrales en los espacios públicos de Santiago que podían retrasar la asonada que amenazaba la democracia de mi país.

Justamente, el 11 de septiembre de 1973 me iba a encontrar con Oscar Castro, del Teatro El Aleph, para infiltrar las calles de Santiago con escenas creadas en base a lo que Boal llamaba el Teatro Invisible. Esto de invisible me gustaba en particular porque éramos víctimas del bloque llamado invisible del Gobierno norteamericano que, junto con el sabotaje económico de la derecha, había creado una escasez artificial y largas colas de ciudadanos para hacer compras de los alimentos más esenciales. Una de mis ideas era que un tropel de actores se pusiera en la cola y, sin revelar su origen teatral, fueran acusando sutilmente a los verdaderos responsables de aquellas carencias, de manera que las protestas de la gente se dirigieran contra los golpistas y no contra el Gobierno popular.

Nunca pudimos escenificar ni ésa ni otras presentaciones similares. El gran teatro de Chile fue usurpado por el Director de la Muerte, Augusto Pinochet, y yo me fui, eventualmente, a un exilio nada de invisible.

Y en Buenos Aires me esperaba, por cierto, Augusto Boal, que había tenido que salir de su Brasil después de caer preso y que se había instalado en el país de su mujer. Ahí me ofreció una lección que poco tenía que ver con el teatro. Me acuerdo que yo hablaba de las noticias terribles que salían de Chile como si fueran una cloaca, y Chile y más Chile... y fue entonces que Boal me dijo, muy calladamente, pero con mucho fervor: sí, Chile, dijo, Chile, sin duda, Ariel, pero no te olvides del resto de América Latina. Yo me quedé perplejo, tenía razón: con tanto protagonismo de mi país era fácil dejar de lado a tantos otros países que sufrían. Y tal como un año antes me había llevado a Santiago sus palabras sobre el teatro como un infinito instrumento de liberación y participación, me fui de Argentina con esas otras palabras, cargadas de ética continental y compasión humana, y nunca las olvidé.

Y ahora que dicen los cables que ya no respira en este mundo quiero desmentir aquella información falaz que vino desde Río de Janeiro y asegurar que Boal (78 años) se encuentra increíblemente vivo y tan elástico como siempre, que su muerte es invisible porque sigue él adentro de miles y miles de hombres y mujeres y niños que encontraron en sus obras y sus dichos y su vida la iluminación para hacerse ellos mismos los muy visibles protagonistas de su destino.

lunes, 4 de mayo de 2009

Rio de Janerio, 4 de mayo de 2009

Hermanos y hermanas, Compañeros en armas en la lucha,

Nuestro camarada amado Augusto Boal, ese sembrador incansable de semillas, que viajó por los últimos confines de la tierra que esparcen la semilla del teatro del oprimido, está hoy sin embargo otro viaje. Él emprendió viaje en las primeras horas de la madrugada del día 2 despues de que él gastó el primero de mayo, en una vigilia de solidaridad con los trabajadores combatiendo por un trabajo y mundo más feliz, un mundo de solidaridad.

Él emprende este viaje de forma especial, para que no se discuta que no fuera capaz de estar presente fisicamente en ningún evento. Pero, tal cual vivió, él vivió, amado y trabajando hasta el fin de la ultima gota de su energía, dejando lista, para su publicación, la nueva versión de su libro, “La estética del oprimido”. Dejó también expresas instrucciones de que ningún evento debe ser cancelado debido a su ausencia. '¿Ése no es el mismo punto de la multiplicación?"

Ayer, el tres de mayo, tuvimos una ceremonia de despedida. La cremación de su cuerpo marcó el inicio de una nueva fase del teatro del oprimido, en la ausencia física de su creador. Nosotros lloramos, dijimos, cantamos. Celse Frateschi declamó, bella, un paso de Arena Conta Zumbi. Cantamos una canción escrita por Nuno Arcanjo. Y Cecilia Boal, con toda su fortaleza y vitalidad, dijo al mundo que su esposo debe ser recordado como el guerrero que siempre era. Secamos nuestras lágrimas y aclamamos la sobra de Boal.

Su cuerpo se ha ido, pero no su presencia! este sábado, el 9 del mayo, desde 5pm hasta 8pm (hora de brasil), nosotros ratificaremos su presencia con un homenaje, en el centro del teatro del oprimido con música, poemas, trabajos y videos. A las 7pm nos detendremos para hacer un minuto de oración en honor de Boal. Nosotros celebraremos la vida, la lucha, la productividad, el trabajo de Augusto Boal y la continuidad de ese trabajo. Llamamos y estimulamos todos para hacer el mismo homenaje a su recuerdo en este sábado.

Que los necesitados escriban un mensaje para ser expuesto en el mural que honrre a Boal, por favor envialo toclaudetefelix@ctorio.org.br hasta 3pm (hora de Brasil) el jueves.

No será fácil seguir sin nuestro sea maestro, pero asociese al amigo y al camarada en la lucha. ¿Pero qué alguna vez ha sido fácil en la trayectoria del teatro del oprimido?

Ética y solidaridad serán nuestros objetivos y nuestra guías. Multiplicación será nuestra estrategia. Y nuestra meta permanecerá la ascensión de efectos sociales concretos para ocasionar la transformación de realidades opresivas.

*La viva Augusto Boal *

Pasaremos.

Barbara Santos, el CTO Rio

domingo, 3 de mayo de 2009

El escenario como catalizador social. por Carlos Paul

Uno de los creadores escénicos más reconocidos, el brasileño Augusto Boal, falleció el pasado 2 de mayo a los 78 años, a causa de una insuficiencia respiratoria y tras una larga lucha contra la leucemia. Considerado como una amenaza para la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, por lo cual fue encarcelado y torturado, Boal fue creador del denominado Teatro del Oprimido, cuyo afán es hacer accesible el lenguaje teatral, como método pedagógico y forma de conocimiento para la transformación de la realidad social.

Con influencia del teatro de Bertolt Brecht, la propuesta de Boal fue plantear en el teatro las distintas formas de opresión de las que es víctima el ser humano, al hacer subir al espectador al escenario, al lado de los actores.

De acuerdo con la Declaración de Principios de lo que hoy día es la Organización Internacional del Teatro del Oprimido, el propósito es humanizar a la humanidad, a partir de la idea de que “cada ser es capaz de observar la situación y de observarse a sí mismo en situación.

“Ofrecer a cada uno, según su problemática, un método estético para analizar su pasado en el contexto de su presente, para inventar su futuro sin esperar a que llegue.

“Se aprende cómo sentir, sintiendo; cómo pensar, pensando; cómo actuar, actuando; qué hacer como individuos o grupo, que por razones sociales, políticas, culturales, de raza o de sexualidad se encuentran desposeídos de sus derechos”.

Ensayo para la realidad

El Teatro del Oprimido es un ensayo para la realidad, un sistema estético que facilita a la gente actuar en la ficción del teatro para transformarse en protagonistas, sujetos activos de su vida. Hoy día se practica en más de 70 países, y lo hacen campesinos, trabajadores, maestros, estudiantes, artistas, trabajadores sociales y sicoterapeutas. Ha servido tanto para programas de alfabetización y en cárceles, como para discutir en la calle los problemas o las leyes que afectan al ciudadano común.

Boal fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 2008. En marzo de este año recibió el reconocimiento de Embajador Mundial del Teatro, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Hijo de campesinos portugueses que se establecieron en Brasil para mejorar sus condiciones de vida, a los 10 años Boal empezó a dirigir a sus primos y hermanos en pequeños montajes destinados a amenizar las reuniones familiares de los domingos.

A los 22 años, con la intención de cursar estudios de ingeniería química, se trasladó a Estados Unidos; sin embargo, terminó por estudiar arte dramático en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

La casa del otro lado de la calle es la obra en la que se perfilan los rasgos característicos de su propuesta teatral.

Boal regresó a su país en 1995, y se hizo cargo de la dirección artística del Teatro de Arena, de Sao Paulo, agrupación para la que escribió y estrenó la obra Revolución en América del Sur, en 1961. Junto con Gianfrancesco Guarnieri fundó el Seminario de Dramaturgia del Teatro de Arena.

Según especialistas, dicha obra marcó en Brasil un alejamiento de las técnicas realistas que imperaban en las artes escénicas de entonces, pues incorporó elementos brechtianos, teatro de revista y de circo.

De aquella década son las obras José, del parto a la sepultura; Juicio en el nuevo sol, y Golpe a galope, entre otras.

En 1965, junto con Guarnieri, hizo la serie Arena Cuenta, que narra la lucha por la liberación del pueblo mediante personajes históricos brasileños.

Su interés por los musicales lo llevó a realizar Arena canta Bahía, con Maria Bethania, Gal Costa, Caetano Veloso y Gilberto Gil, entre otros. En 1968 escenificó Luna pequeña y la caminata peligrosa, montaje que dedicó a la lucha del Che Guevara en Bolivia. En 1969, en plena dictadura, escribió Bolívar, labrador del mar.

Cárcel, tortura y autoexilio

Boal desarrolló el teatro periodístico en 1970, dramatizaciones elaboradas a partir de las noticias de la televisión o el periódico. Un año después, a principios de 1971, fue encarcelado y torturado; tras su liberación, el teatrista se exilió en Argentina, país donde escribió Torquemada, obra en la que representa la prisión y el sistemático uso de la tortura; en esa ápoca comenzó a experimentar la técnica del Teatro Invisible.

En Perú puso en práctica el llamado Teatro-Fórum, en el que el espectador remplaza al actor para plantear su solución a un determinado problema.

En París, Francia, invitado por la Sorbona, dio clases, dirigió obras y fundó el Centro de Teatro del Oprimido. En la década de los 80, Boal llevó a Brasil el Teatro-Fórum.

En los años 90 del siglo pasado destacaron la escenificación de Somos 31 millones, ¿y ahora?, la edición de Método Boal de Teatro y Terapia y su trabajo en prisiones de Sao Paulo.

Boal fue elegido concejal en 1993 por el Partido de los Trabajadores, en Río de Janeiro. Vehemente, inquieto e innovador, revolucionó el Parlamento con su proyecto Teatro Legislativo, cuyo propósito era transformar al elector en legislador. Le preguntaba a la gente qué era lo que quería; no fabricaba leyes de forma arbitraria. Y eso, los políticos no podían soportarlo, explicó en algún momento Boal.

Con más de 20 libros publicados, entre obras de teatro, novelas y ensayos, sistematizó su teoría en Categorías del Teatro Popular, 200 ejercicios y juegos para el actor y no actor con voluntad de decir algo a través del teatro, Técnicas latinoamericanas de Teatro Popular, Teatro Legislativo y Teatro del Oprimido y otras poéticas políticas, éste traducido a más de 25 idiomas.

Entre sus últimas actividades realizaba un proyecto nacional en colaboración con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, que se aplicaría en 15 estados de Brasil.

El cuerpo de Augusto Boal fue cremado en el Cementerio de Cajú.

Tomado de La Jornada

El escenario como catalizador social. por Carlos Paul

Uno de los creadores escénicos más reconocidos, el brasileño Augusto Boal, falleció el pasado 2 de mayo a los 78 años, a causa de una insuficiencia respiratoria y tras una larga lucha contra la leucemia. Considerado como una amenaza para la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, por lo cual fue encarcelado y torturado, Boal fue creador del denominado Teatro del Oprimido, cuyo afán es hacer accesible el lenguaje teatral, como método pedagógico y forma de conocimiento para la transformación de la realidad social.

Con influencia del teatro de Bertolt Brecht, la propuesta de Boal fue plantear en el teatro las distintas formas de opresión de las que es víctima el ser humano, al hacer subir al espectador al escenario, al lado de los actores.

De acuerdo con la Declaración de Principios de lo que hoy día es la Organización Internacional del Teatro del Oprimido, el propósito es humanizar a la humanidad, a partir de la idea de que “cada ser es capaz de observar la situación y de observarse a sí mismo en situación.

“Ofrecer a cada uno, según su problemática, un método estético para analizar su pasado en el contexto de su presente, para inventar su futuro sin esperar a que llegue.

“Se aprende cómo sentir, sintiendo; cómo pensar, pensando; cómo actuar, actuando; qué hacer como individuos o grupo, que por razones sociales, políticas, culturales, de raza o de sexualidad se encuentran desposeídos de sus derechos”.

Ensayo para la realidad

El Teatro del Oprimido es un ensayo para la realidad, un sistema estético que facilita a la gente actuar en la ficción del teatro para transformarse en protagonistas, sujetos activos de su vida. Hoy día se practica en más de 70 países, y lo hacen campesinos, trabajadores, maestros, estudiantes, artistas, trabajadores sociales y sicoterapeutas. Ha servido tanto para programas de alfabetización y en cárceles, como para discutir en la calle los problemas o las leyes que afectan al ciudadano común.

Boal fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 2008. En marzo de este año recibió el reconocimiento de Embajador Mundial del Teatro, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Hijo de campesinos portugueses que se establecieron en Brasil para mejorar sus condiciones de vida, a los 10 años Boal empezó a dirigir a sus primos y hermanos en pequeños montajes destinados a amenizar las reuniones familiares de los domingos.

A los 22 años, con la intención de cursar estudios de ingeniería química, se trasladó a Estados Unidos; sin embargo, terminó por estudiar arte dramático en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

La casa del otro lado de la calle es la obra en la que se perfilan los rasgos característicos de su propuesta teatral.

Boal regresó a su país en 1995, y se hizo cargo de la dirección artística del Teatro de Arena, de Sao Paulo, agrupación para la que escribió y estrenó la obra Revolución en América del Sur, en 1961. Junto con Gianfrancesco Guarnieri fundó el Seminario de Dramaturgia del Teatro de Arena.

Según especialistas, dicha obra marcó en Brasil un alejamiento de las técnicas realistas que imperaban en las artes escénicas de entonces, pues incorporó elementos brechtianos, teatro de revista y de circo.

De aquella década son las obras José, del parto a la sepultura; Juicio en el nuevo sol, y Golpe a galope, entre otras.

En 1965, junto con Guarnieri, hizo la serie Arena Cuenta, que narra la lucha por la liberación del pueblo mediante personajes históricos brasileños.

Su interés por los musicales lo llevó a realizar Arena canta Bahía, con Maria Bethania, Gal Costa, Caetano Veloso y Gilberto Gil, entre otros. En 1968 escenificó Luna pequeña y la caminata peligrosa, montaje que dedicó a la lucha del Che Guevara en Bolivia. En 1969, en plena dictadura, escribió Bolívar, labrador del mar.

Cárcel, tortura y autoexilio

Boal desarrolló el teatro periodístico en 1970, dramatizaciones elaboradas a partir de las noticias de la televisión o el periódico. Un año después, a principios de 1971, fue encarcelado y torturado; tras su liberación, el teatrista se exilió en Argentina, país donde escribió Torquemada, obra en la que representa la prisión y el sistemático uso de la tortura; en esa ápoca comenzó a experimentar la técnica del Teatro Invisible.

En Perú puso en práctica el llamado Teatro-Fórum, en el que el espectador remplaza al actor para plantear su solución a un determinado problema.

En París, Francia, invitado por la Sorbona, dio clases, dirigió obras y fundó el Centro de Teatro del Oprimido. En la década de los 80, Boal llevó a Brasil el Teatro-Fórum.

En los años 90 del siglo pasado destacaron la escenificación de Somos 31 millones, ¿y ahora?, la edición de Método Boal de Teatro y Terapia y su trabajo en prisiones de Sao Paulo.

Boal fue elegido concejal en 1993 por el Partido de los Trabajadores, en Río de Janeiro. Vehemente, inquieto e innovador, revolucionó el Parlamento con su proyecto Teatro Legislativo, cuyo propósito era transformar al elector en legislador. Le preguntaba a la gente qué era lo que quería; no fabricaba leyes de forma arbitraria. Y eso, los políticos no podían soportarlo, explicó en algún momento Boal.

Con más de 20 libros publicados, entre obras de teatro, novelas y ensayos, sistematizó su teoría en Categorías del Teatro Popular, 200 ejercicios y juegos para el actor y no actor con voluntad de decir algo a través del teatro, Técnicas latinoamericanas de Teatro Popular, Teatro Legislativo y Teatro del Oprimido y otras poéticas políticas, éste traducido a más de 25 idiomas.

Entre sus últimas actividades realizaba un proyecto nacional en colaboración con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, que se aplicaría en 15 estados de Brasil.

El cuerpo de Augusto Boal fue cremado en el Cementerio de Cajú.

Tomado de La Jornada

viernes, 1 de mayo de 2009

Teatro del Oprimido

El Teatro del Oprimido es un método de teatro y educación popular, que
consiste en un sistema de ejercicios, juegos, técnicas de imagen e
improvisaciones. El teatro no como fin sino como medio.
Lo que propone el Teatro del Oprimido es la acción misma: el
espectador asume su papel protagónico, cambia la acción dramática,
ensaya soluciones, debate proyectos de cambio, en resumen: se entrena
para la acción real.

"Seamos democráticos y pidamos a nuestro público que nos cuente sus
deseos, que nos muestre sus alternativas. Esperemos que un día –seamos
capaces de convencer o forzar a nuestros gobernantes, nuestros
lideres, a hacer lo mismo: preguntar a su público -¡nosotros, el
pueblo!- qué deben hacer para convertir este mundo en un lugar donde
sea posible vivir y ser feliz –¡claro que ha de ser posible!-, en vez
de ser solamente un gran mercado donde vendemos nuestros bienes y
nuestras almas.
Vamos a desear
! Vamos a trabajar para lograrlo!"
(Augusto Boal)