jueves, 13 de agosto de 2009

Yesica Cáffaro

Mi experiencia
-¿Qué me paso en el Taller?

El jueves 7 de mayo, día en el cual tuve por primera vez contacto con lo que es Teatro del Oprimido, sentí que comenzaría a participar de un espacio de encuentro con muchas emociones, sentimientos, deseos y locuras, de los y las cuales cada uno de mis compañeros y yo seríamos los protagonistas. Fue muy extraño el hecho de permitirme ser partícipe de aquel Taller que escapaba de lo curricular, en un salón en el cual no habían sillas ni mesas, y del cual ninguno los estudiantes (que para mi son protagonistas) sabía como se aprobaba, aspecto no menor dentro de la Licenciatura.
Ese día llegué muy contenta y asombrada a mi casa, quería que todos se enteren de lo que había sido capaz de generar ese primer encuentro en mi interior. Sentía ganas de correr, de jugar, de abrazarlos a todos, no podía creer el hecho de haber compartido un abrazo gigante con aquellos compañeros que venía viendo desde que comencé la carrera y sin embargo no cruzábamos ni siquiera un saludo en los pasillos.
A medida que fuimos compartiendo los siguientes encuentros, la alegría y el entusiasmo iba creciendo, así como también el desconcierto por saber a donde iríamos con todo eso. Había en mi interior mucho desconcierto pero desde un primer momento me deje llevar por la magia que nos acompañaba en cada Taller.
Siento que aproveche al máximo las oportunidades del Taller para expresarme, para dejar que los otros se expresen conmigo, para sentir y dejar fluir todo tipo de energía que me generaba cada instancia.
-¿Qué fue lo que más me llegó de la metodología? ¿Y lo que sentí más lejano?
Me sucede algo muy extraño respecto al árbol del Teatro del Oprimido. Cuando el primer día de clase, presentaron el árbol del Teatro del Oprimido, quede “encantada”. No puedo definir bien que es que me provoca ver esa imagen que para muchos puede ser un simple dibujo. Quizás sea producto de la “locura” que toda esta técnica generó en mi, cuando digo locura me refiero a que se movieron una serie de cosas en mi interior.
De lo trabajado en el Taller lo que más me llego fue el Teatro Foro. Si bien, en la mayoría de los momentos me sentí muy bien, con alegría y entusiasmo por cumplir con las propuestas, cuando comenzamos con el Teatro Foro y con el tratamiento de las historias sentí que hubo un quiebre interior y toda esa euforia se trasformo en emociones profundas.
El hecho de construir un personaje en el Teatro Foro, sentirlo, expresar y manifestar sus deseos y necesidades, provoca una ebullición de emociones muy especial.
Recuerdo que en una oportunidad me sentí muy ligada con el personaje que elegí hacer dentro de la escena, representaba una persona dentro de un grupo de amigos que no escuchaba al otro y que solo pertenecía a ese grupo por el hecho de “estar”, de “ser alguien”. El personaje se mostraba con los oídos tapados y ante una situación en la cual uno de sus amigos lo necesitaba.
Cuando se propuso que el personaje se exprese mediante palabras o sonidos, salieron de mi interior cosas que no se porque las dije, pero que realmente las sentía. Ese mismo día se propuso que dijéramos lo que el personaje jamás diría y me acuerdo, que también, dije cosas que realmente salieron de mi interior y que me provocaron tal alivio…que se me escaparon unas lagrimitas.
Por eso digo que realmente fue un quiebre, porque a partir de este episodio comencé a investigarme y a buscar la razón por la cual me había sentido así esa noche.
Realmente confirmo que Teatro del Oprimido permite la transformación, eso lo detallaré más adelante.
Lo que lamento, es que luego, cuando avanzamos con el tratamiento de las historias, sentí que ese personaje que había creado y que realmente sentía, se fue perdiendo. Considero que esto sucedió debido a las diferentes discusiones y propuestas del grupo por cambiar y “mejorar” la historia, que generaron un clima de desconcierto en el grupo y se fue diluyendo la verdadera esencia de la historia que en un momento habíamos logrado materializar. Quizás el acotado tiempo del Taller no permitió profundizar en aspectos relevantes para la representación del Teatro Foro, si bien previo a introducirnos en esta técnica realizamos distintas dinámicas de relacionamiento grupal, tal vez algunas no fueron del todo interiorizadas lo que provocaba enfrentamientos que repercutían en el trabajo final. Cabe destacar, que como sucede en todos los ámbitos no todas las personas se comprometen en la misma medida.
Considero que en la última presentación que realizamos, sentí al personaje que debía hacer muy lejano, era una más entre un grupo de personas que intentaban realizar una representación de una situación que no llegamos a sentir. El problema fue simplemente que no se permitían sentir. Lo que más preocupaba era el hecho de que el “oprimido” sea bien representado y el resto de los personajes, “los aliados” y opresores, funcionábamos como una masa que acompañaba la escena.
Esta situación llego a provocarme angustia, ya que me sentía muy comprometida con la actuación y luego de haberme encontrado en un personaje que no solo lo sentía sino que me hacía sentir, me sentía incómoda ante el grupo que forzó el hecho de cambiar la estructura de la historia.
De acuerdo con lo que leí del Teatro Foro y con lo que los docentes impartieron en clase al respecto, considero que cada uno de los personajes dentro de la escena debe estar bien definido y son igualmente significantes.
-¿Se transformó algo en mí, a partir de este Taller?
Como adelanté en el ítem anterior, siento que interiormente se movilizaron muchas cosas que quizás estén llevando a una transformación personal.
El proceso de transformación comenzó desde el primer Taller. A través de distintas dinámicas se fueron despertando todos mis sentidos, mire más allá de lo que se ve, escuche minuciosamente sonidos cotidianos a los cuales no les prestaba la debida atención, descubrí al otro a través del tacto, confié plenamente en mis compañeros entregando ciegamente mi ser, me permití decir todo lo que sentía, sentí la conexión personal con el otro.
Luego de pensar y repensar buscando las razones por las cuales sentí aquella sensación de alivio a través del personaje, llegué a la conclusión que ese “personaje” al cual no le importaba la palabra del otro y solo quería integrar un grupo por el mero hecho de experimentar el sentimiento de pertenencia y evadir la soledad, hace unos cuantos años había sido yo. Al tener la posibilidad de manifestar lo que el personaje nunca diría, es decir mostrar la “otra cara” del personaje, sentí que fue el momento de liberación, una oportunidad de cambio, y en ese nuevo personaje me vi reflejada hoy en día. Fue un alivio porque pude reconocer que con el paso de los años la vida y el crecimiento, me dieron la posibilidad de construir vínculos sociales verdaderos, ya no más relaciones frívolas, ya no más ocupar un lugar “virtual” en un grupo.
Todo esto sucedió totalmente inconsciente, pero me permitió ver ese proceso de cambio personal.
Por otro lado considero que me estoy volviendo más perceptiva luego de la experiencia en el Taller, fue un espacio que me permito más que nunca hacer, ser y sentir. Nunca me hubiera imaginado colocarme en el centro de un grupo de personas y hacer el ridículo, no me lo permitía, a pesar de que muchas veces siento las ganas de pasar saltando por determinados lugares. El hecho de comportarnos de determinada manera en determinadas situaciones nos vuelve muy estructurados, más aún cuando se trata de un espacio educativo. El espacio generado por el Taller considero que rompió con todos los esquemas, no solo de la Licenciatura sino de mi vida. Me pasaba pensando, analizándome interiormente, cuestionándome si realmente hacia lo correcto, intentando cambiar aquello de mi personalidad que no me gustaba. No hay manera de escapar de lo que uno es, tanto lo bueno como lo malo conforma la personalidad de uno, la esencia de cada ser. Yo Soy con mis defectos y mis virtudes. Este proceso me llevo a repensar todo eso, me llevo a elegir que quiero convivir con mis defectos y virtudes y que me quieran por lo que soy realmente, brindando al otro mi personalidad que incluye mis defectos y por eso me defino como un Ser único.
-¿Aprendí? ¿Qué?
Uno de los principales aprendizajes se sintetiza en la frase de Boal “somos distintos siendo iguales”. Aprendí a escuchar el cuerpo del otro, permitir satisfacer al otro y que el otro se brinde hacia mí. Me siento más libre a la hora de expresarme en un grupo, las distintas dinámicas que realizamos me permitieron expresarme con todos mis sentimientos. Por momentos utilice el Taller para hacer catarsis. En este sentido, deje unas cuantas “mochilas” que ya no podía ni quería cargar con ellas.
Reafirme aún más el hecho de que el todos necesitamos del contacto corporal, del afecto, ya que nos hace sentir contenidos y especiales. Todos somos muy vulnerables ante un abrazo, ante una mirada o una simple palabra.
Aprendí a cuidar del otro desconocido. Generalmente estamos acostumbrados a cuidar y proteger a las personas que amamos, pero no a aquellos que no conocemos realmente. Dentro del grupo, a través de determinadas dinámicas pase a cuidar y tratar de hacer sentir bien a personas que no conocía, pero lo hice con la dedicación que lo haría con personas que conozco y quiero.
Aprendí a ver al ridículo como algo divertido y cotidiano.
Aprendí a caminar como un canguro, como un elefante y que el abrazo más lindo de todos que es aquel que se da con la mirada.
-¿Siento que algo de lo adquirido puede ser aplicado en mi actividad a partir de ahora? ¿Qué? ¿Cómo?
Considero que cuando en uno se producen cambios profundos, determinadas cosas te hacen ver más allá o te movilizan en la mínima medida, deben ser compartidos con tu entorno.
En primer lugar trato de aplicar lo aprendido en mi entorno más cercano y lograr que se expanda más y más.
Considero que en nuestra profesión el tratamiento de vínculos y relaciones entre las personas es un pilar fundamental, para lo cual el Teatro del Oprimido puede (y debe) ser utilizado como herramienta para contribuir a mejorar y transformar realidades. Cuando imagino su aplicación, lo hago enfocando principalmente el terreno Comunitario, pero considero que podría ser aplicable a otras áreas de la Comunicación, aunque me cuesta imaginarlo.
Siempre que exista un grupo con el cual trabajar, considerando sus características, el Teatro del Oprimido es una herramienta aplicable.
El trabajo con los otros
-¿Aprendí algo nuevo sobre la relación con otras personas?

A partir de lo trabajado en el Taller experimente una nueva forma de relacionamiento con los compañeros de la Licenciatura.
La experiencia vivida tiene puntos de similitud con la época del jardín de infantes, en la cual la maestra nos enseñaba como relacionarnos con los compañeros a través del juego, en la cual se vuelve central la expresión corporal y en la cual la espontaneidad se hace presente.
Considero de suma importancia que como estudiantes de Ciencias de la Comunicación vivenciemos otras formas de comunicación que no sean meramente verbales.
El Taller me permitió afirmar lo limitado que es el ser humano con el cuerpo y el espíritu, pero a la vez que vulnerable es cuando se estimula los sentidos.
El grupo de trabajo rápidamente se adapto a las dinámicas, la mayoría tomo cada situación con mucho respeto y tratando de hacer sentir bien al otro.
Fue una manera muy distinta de relacionarnos, se configuraba un escenario en el cual había mucha libertad, en el cual cada uno de nosotros se expresaba con autonomía, aspectos que de repente en otros ámbitos de la Licenciatura no se encuentran. Por momentos todos fuimos protagonistas. Se manifestaron momentos en los cuales estaba presente el ideal de grupo.
Por otro lado, sentí algo muy distinto cuando comenzamos a trabajar en subgrupos, ya que por momentos se genero un clima de tensión, de discusión y dispersión que escapaba de lo que veníamos trabajando en las dinámicas. Todo esto sucedió cuando el diálogo se volvió el protagonista y se dejo de lado el sentir y dejar fluir las energías.
-¿Cambió algo en mi modo de relacionarme?
Sin dudas que sí, hubieron cosas que cambiaron. Fui más tolerante que de costumbre, cedí mucho más en determinadas situaciones, viví el espacio del Taller con mucha seguridad, fui más participativa en el grupo, no pensé tanto las cosas antes de hacerlas.
Hoy por hoy, una vez finalizado el Taller, trato de que todo lo vivenciado no quede solo en hermosos recuerdos, sino poder compartir y aplicar lo aprendido, no sólo en el ámbito de la Licenciatura sino en todas las relaciones sociales que entablo en mi vida.
-¿Me dejó deseos de hacer o dejar de hacer algo con otros?
La experiencia me dejó ganas de más. Hoy en día siento ganas de volver a construir la historia y recuperar ese personaje que llego a emocionarme. Siento ganas de compartir lo trabajado con otros y de que los otros puedan vivenciar la experiencia del Teatro del Oprimido.
Siento muchas ganas de llevar a cabo aquellos planes de multiplicación que se plantearon en clase.
El Taller
-¿Qué te gustó más, lo más estimulante de este Taller de Introducción al Teatro del Oprimido?

Lo que más me gustaba de los Talleres era el hecho de comenzar y terminar todos tomados de las manos, me brindaba mucha energía y mucha ternura.
El círculo de Poder era algo muy motivador también, una instancia que me hacía ir reflexionando. En general, lo más estimulante eran las instancias grupales en las cuales nos disponíamos en círculo, encontrándonos con la posibilidad de mirarnos y escucharnos mejor.
-¿Qué te gustó menos, o lo que me pareció más flaco?
Lo que me gustó menos fue el hecho de que determinadas instancias que requerían de mayor seriedad y respeto no se hayan tomado como tal.
-¿Qué aportes tengo para hacer, pensando en una próxima oportunidad?
Considero que el tratamiento de los temas se dio correctamente. Hubo una participación pareja por parte de los docentes, cada cual con su personalidad y profesionalismo realizó los aportes pertinentes al Taller.
Al comienzo creí que debido a la cantidad de estudiantes que había en aquella instancia se iban a presentar dificultades para llevar a cabo el Taller, pero luego debido a la deserción eso no ocurrió.
El salón no es el más adecuado para realizar el tipo de actividades desarrolladas en el Taller, ya que la mayoría requiere de movilidad física, para lo cual sería ventajoso contar con un salón más amplio.
Los docentes ¿Qué sugerencias tengo para los docentes, pensando en la mejora de su trabajo?
Sinceramente estoy muy contenta de haber conocido la técnica de Teatro del Oprimido y muy agradecida a Leticia, Helvecia y Gustavo que fueron quienes hicieron nacer este espacio que construimos entre todos.
Como dije anteriormente, tuvieron una participación a igual nivel, pero cada uno aporto un matiz diferente de acuerdo a su personalidad. Leticia le brindo al Taller locura, dinamismo, una sonrisa muy contagiosa y simpatía (pienso en ella y me dan ganas de saltar). Helvecia ofreció al Taller toda su dulzura y atención, su capacidad de escucha y le dio color a las noches. Gustavo le brindó al Taller un toque masculino y más bien serio (siempre es necesario alguien que baje a tierra). Considero que hicieron un buen trabajo y fusionan bien como grupo, cada uno brindando lo mejor de sí y por sobre todo el profesionalismo en la tarea que comparten e imparten.
Mi sugerencia es que nunca dejen de mostrarse tal cual son por sobre todas las cosas, más allá de que sean docentes. Acortar las distancias genera un clima de trabajo más a meno, tal cual afirma Boal “somos distintos siendo iguales”, y eso es algo que nos hicieron notar en la relación docente-estudiante.
Termino con un GRACIAS GIGANTE, pero no sin antes manifestar que me dieron muchas ganas de un abrazo caracol.

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